miércoles, 17 de agosto de 2011

Pedro X. A. Tirado y el Cuaderno de Vihuela





El Cuaderno de Vihuela, un anónimo del siglo XIX

Nos es grato comunicar a los interesados en la Historia de la Música del Perú y de la Guitarra, en particular, que el cuaderno de 1830 ha dejado de ser un anónimo.

El «Cuaderno de Musica para Viguela» (sic) es un manuscrito en formato apaisado de 16 x 22 cm., fechado en 1830. Las páginas interiores –9 carillas útiles– están melografiadas con punto poco preciso, tachaduras y correcciones. La página 1 es parte de una hoja de periódico con texto impreso.
Las obras que contiene son casi todas de corta extensión; con todo, pese a su sencillez formal, son de innegable belleza y no parecen proceder del repertorio de autores clásicos conocidos.
No hay datos que indiquen que este documento haya sido conocido públicamente. Desde la fecha de su factura se conservó inédito.

El 2 de mayo de 1985 revisamos el original en la sala de Investigaciones Bibliográficas y Fondos Especiales de la Biblioteca Nacional del Perú.
Mediante un permiso especial obtuvimos copia de este intangible y estrenamos sus obras en el recital «La Guitarra en el Perú», Auditorio ICPNA de Miraflores, 17 de julio de 1985.
En 1992 grabé uno de los minués en el CD titulado "La guitarra en el Perú II, Guitarra negra - Dúo".
En 1996 y bajo el sello de la Biblioteca Nacional publicamos una revisión de este cuadernito anónimo, aquí las obras se encuentran revisadas, digitadas y ordenadas en secuencia de dificultad progresiva, contiene 8 minués, 2 rondós, un andante y una sonata.

Recientemente, cotejando las piezas del cuaderno de vihuela con los minuetos de Pedro Tirado encontramos algunos puntos de contacto como el uso de adornos y mordentes.
Finalmente, más allá de lo que podría ser solo una aproximación estilística, aquel que he numerado como minuet Nº 6 del cuaderno de vihuela presenta tal similitud que ya es más que una coincidencia, de hecho es una versión casi exacta del minué 14 de Tirado. Sin duda entre ambos cuadernos hay un vínculo, la pregunta es cómo asumirlo.

Por un lado, las enmiendas en el cuaderno manuscrito de 1830 podrían indicar que se trataría de un estudiante que estaba copiando algo que aprendió de memoria, perdiendo incluso algunas figuraciones y quedando algunas frases sueltas no tan coherentes de pocos compases, como fragmentos, incompletos, porque no las captó bien.

Pero también podrían proceder de un autor que recién esta componiendo, bosquejando algo nuevo, como en el rondó Nº 2 y entonces las frases incompletas serían ideas aun sin desarrollar como aquella que se llama "otro"; el de vihuela sería entonces un documento de trabajo, un cuaderno de apuntes. El punto poco firme podría atribuirse a una edad avanzada, lo que podría también explicar las imprecisiones, más no los errores y correcciones.

Por otro lado, en la primera página, en un espacio en blanco en la parte inferior hay un pentagrama manuscrito con las notas de la extensión de la guitarra desde el mi grave hasta el traste 17, y con enmiendas, como cuando alguien verifica una explicación inicial. Pero este papel -que no es música sino un trozo impreso de algún periódico oficial, en la parte superior menciona numerales como “ 2º, Los extranjeros domiciliados en la República y con permiso del Supremo Gobierno, /.../ en concurrencia de los hijos de Bolivia” ; “6º, El Ministro de Estado en el despacho de Hacienda, cuidará del cumplimiento de este decreto, lo hará imprimir, publicar, circular. Dado en el Palacio de Gobierno en la Paz de Ayacucho a 22 de Diciembre de 1829 –19º –ANDRES SANTA-CRUZ– El Ministro de Hacienda – José María Lara.”

¿Podría ser que el cuaderno de vihuela haya pertenecido a un discípulo de Pedro Tirado?

Tal vez ello se podrá determinar fácilmente cotejándolo con el punto manuscrito en un original de Tirado. Posiblemente esto se pueda realizar pronto, ya que en estos días Tirado está siendo objeto de merecido reconocimiento y sus obras están saliendo finalmente a la luz en la que fuera su última morada y donde fuera Maestro de Capilla, la ciudad de Sucre.


Pedro Ximénez Abril Tirado, nació en Arequipa en 1780, compuso Misas, Yaravíes, Sinfonías, Conciertos. Según Bernardo Alcedo, su contemporáneo: "...Tirado era el mejor talento músico del Perú". Falleció en 1856.
Pese a su importancia, lo cierto es que su música no había sido escuchada hasta ahora por nuestro público.
En el recital ICPNA de 1985 pudimos presentar en calidad de estreno tres minués de los ocho que nos fueron proporcionados por el estudioso argentino Néstor Guestrín.
Años después, Marcos Puña de Bolivia nos presentó a Gunther Vilar, gracias a cuya gentileza pudimos revisar los 100 minués de Tirado reparando entonces en la similitud con el cuaderno de vihuela arriba mencionada.
Los minués para guitarra de Pedro Tirado del 1 al 25 fueron presentados en el Conservatorio Nacional de Música en calidad de estreno absoluto el de octubre de 2004, con una reseña introductoria por el profesor Oscar Zamora e interpretados por Allin Machuca, Jorge Paz y Juan Carlos Arancibia, jóvenes instrumentistas, alumnos de la sección superior del Conservatorio. Este recital se repitió el 3 de noviembre, dentro del ciclo Temas de Arte, organizado por la Escuela Académico Profesional de Historia del Arte, en el Auditorio de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Desde entonces pusimos los cuadernos de esta serie a disposición de nuestros estudiantes y estudiosos de la guitarra, en el marco del Festival internacional de la guitarra del Instituto Cultural Peruano-Norteamericano.

Magister Octavio Santa Cruz, Lima, Perú.
Lima, mayo de 2006

lunes, 15 de agosto de 2011

mi tio nicomedes


MI TÍO NICOMEDES

Con frecuencia al momento de conocer a alguien y tener que presentarme he recibido preguntas como: “¿…en¬tonces es Ud. algo de Victoria, de Nicomedes?”.
O “¿En su familia to¬dos son artistas?”. Y otros comenta¬rios por el estilo. Esto por cierto se relaciona con las épocas de popula¬ridad de mis tíos: Victoria tuvo ac¬tividad pública difundiendo el folk¬lore desde 1967 a 1982; Nicome¬des, como poeta fue popular en radio y televisión desde 1958; tal populari¬dad sólo es comparable al éxito alcanzado por Rafael, el menor de los hermanos, a quien en el ambien¬te taurino de los años 50 llamaban “La Maravilla Negra”.
Por eso no es extraño que para el común de las gentes he sido por un buen tiempo, ante todo, el sobri¬no. Y por eso mismo hoy en home¬naje a Nicomedes he creído perti¬nente hablar desde esa posición.
Crecí en la casa grande, al lado de la Mamama, como el único niño en la casa de los mayores, que me consideraron siempre como al menor de todos los hermanos y como a tal me criaron. Así, en mi calidad de sobrino mayor, el primer nieto, tuve el privilegio de conocer desde adentro, de participar en aquel fenómeno cultural que son los Santa Cruz. Condición ésta, no comprendida entonces y que aún hoy, ante la circunstancia de poner-la en palabras, me esfuerzo en ponderar.
Me recuerdo como un niño que tenía un tío singular que con¬taba extraños cuentos que no están en ningún libro; después Nicomedes sería cada vez más alguien a quien admirar; y mucho más tarde aún, un eventual compañero de ruta; eventual, porque en esos días era casi imposible coincidir con él, tan pronto estaba invitado a una actuación pública, como a una reunión de amigos, grabando, ensa¬yando, escribiendo, en fin, y pese a todo, en algunos momentos, al¬guien con quien compartir dudas o esperanzas.
En la historia de la Cultura de nuestro país, la figura colosal de Ni¬comedes es algo que hoy todos podemos distinguir, enorme, tanto por la cantidad de su producción como por la trascendencia de su obra. Pero entonces cada hecho suyo era para mi como la cosa natural que yo veía suceder cada día, mientras él iba -en consecuen¬cia,- transformándose, creándose a si mismo, creciendo ante los ojos regocijados de los demás.
Recuerdo haber visto en más de una ocasión a Nicomedes llegan¬do con un poema nuevo. Pero no recuerdo que entonces su madre –mi abuela– se deshiciera en elogios. Es que así transcurrían las cosas en casa, lo que se hacía se aceptaba, se valoraba, pero no más. Y cada uno hacía algo, en lo profesional, o en alguna afición, o en labores domés-ticas. A veces Victoria distraía va¬rias horas de sus labores de costura para luego aparecer con una minia¬tura, primorosa y recién modelada; por su parte Consuelo probaba recetas siempre nuevas de fina repostería que contrastaban con la cocina tradicional cuyos secretos conoce bien. En cierta fecha espera¬da solía cocinar Octavio
–uno de los mayores–, llegaba con una vianda de su especialidad que todos reco-nocíamos desde lejos. Rafael, que fue un torero de multitudes, había viajado bastante y siempre tenía relatos a la mano, era un conversa¬dor nato, muy entretenido y dis¬puesto a la improvisación, al juego histriónico, habilidad que también tiene Fernando (mi padre) y Rosalina, entre otros. Entonces un día, en lugar de una sobremesa con anécdotas, alguien “ponía” un rit¬mo, así, con los dedos sobre la mesa y al instante siguiente, poco a poco se iba armando un contrapunto general, todos los matices, todos los colores, suavecito, pero tantas combinaciones; todos participába¬mos, y hay que ver como puede sonar una mesa de comedor. No faltaban las conversaciones sazona¬das con chispazos de humor. A propósito de eso, el lápiz de Jorge tenía el apunte expresivo, preciso. Como preciso es cuando hace falta ¬el juicio de César, cuidadoso, hon¬do y siempre constructivo. Porque si cada uno hacía lo suyo de manera casi fácil espontánea, era para mos¬trarlo a los demás y compartir la alegría del hallazgo –grande o pequeño– aún a tiempo de recibir opiniones para un toque final.
Este es el estímulo que los Santa Cruz se dieron unos a otros, que actuó en mí como modelo y es la actitud que, tengo para con mis hijos. Jamás en la casa de los Santa Cruz se forzó la creatividad ni se alentó la búsqueda de niños talen¬tosos. Quizá es por eso que el arte de los Santa Cruz aparece más bien en la edad adulta, pero aparece ya maduro; como si de alguna manera ese algo que se expresa cuando se hace arte hubiera estado desa¬rrollándose, alimentado con el ejer¬cicio de diversos materiales.
Si este quehacer estuvo vincu¬lado a alguna tradición o intuición, no lo sé, pero así fue. Y aunque de todo lo relatado no haya quedado huella sensible, tan interesante me parece que finalmente aquí estoy dando cuenta de ello. Sólo ahora creo entender que uno aprende así a hacer y librarse de inmediato, la cosa creada deja de ser una carga y uno está de nuevo listo para seguir creando.
Con todo, no era frecuente que estuviéramos todos reunidos pues contra lo que pueda pensarse la nuestra no es una familia de muchas fiestas y mucho menos de jaranas. La única celebración obli¬gada era para el “santo” de Pedro, pero de eso hace mucho tiempo. Hoy las reuniones son más bien escasas.

Como colaborador de Nicome¬des tuve ocasión de presen¬ciar situaciones dignas de mencionarse. El permitía y reclamaba una amplia colaboración, por ejemplo en ocasión de la edición del álbum con dos Lp. Cumanana: para mí no fue sólo tomar el material, texto y fotos y darles ubi¬cación y medida. Había que participar desde la concepción, de modo que pla¬neamos Cumanana desde el principio; mejor dicho, él desarrollaba el proyecto y yo de cerca sugiriendo, preguntando, no sé si aportando algo, pero a la vez me iba empapando de todos los detalles de la obra ¿Qué mejor condición para encarar la diagramación?.
Yo sabía bien cuánto había traba¬jado buscando los temas musicales, algunos del repertorio de su propia compañía, o sea con letra del propio Nicomedes y naturalmente música de Victoria. Pero en la recopilación de temas antiguos la selección había sido exhaustiva.
Una noche, en plena grabación (y las grabaciones de entonces eran agota¬doras, se grababa casi directo, con pocas bandas, a veces en jornadas lar¬guísimas) aquella noche –¿Sería de madrugada?– estábamos casi para ce¬rrar la edición y al hacer el recuento notan que... o se había grabado a tiem¬po rápido, o el espacio entre los surcos era poco, el caso es que el material se acababa y aún quedaba sitio...
Quiero poner énfasis en que lo que entonces ocurrió no fue solo un evento entre dos personas y en un momento cual¬esquiera, lo menciono en especial para aquellos compositores jóvenes que creen que basta escribir una cuarteta, ponerle percusión, unas caderas y ya se creó un nuevo ritmo...
– “¡. . . Y ahora qué pongo aquí!” –se decía Nicomedes mirando sus anota¬ciones y el espacio vacío– ¿Qué pone¬mos que sea música de calidad como la que ya hay en el disco, y así de antigua?. En eso se queda pensando y empieza a cantar:
– “La zamba se pasea... con la batea
Landó
Zamba Malató... Landó
Zamba Malató... Landó...”
Y le dice a Don Vicente –“¡Compadre (porque era su compadre), compadre Coco! ¡Búsquele usted un acompañamiento... pero lo más negro que pueda, y lo más antiguo también! Que esto es más viejo que todos nosotros juntos...”.
Nunca fue tan nece¬sario hurgar en la memoria. Quien así urgía era Nicomedes, un hombre con una gran capacidad de convocatoria... hablándole a Vicente Vásquez, depositario de una tradición familiar tremen¬da. El marco era la presión por com¬pletar la grabación. Todo el elenco estaba en expectativa. En el ambiente había como eso que llaman “el duende”. Era un momento de maravilla.
… Y don Vicente empezó un ras¬gueo que hoy a todos nos es familiar por el exceso de uso pero que esa noche tocado por primera vez sonó rarísimo... se fueron incorporando otras voces, Misia Meche como un eco a lo lejos; el cajón retumbaba, creo que era Oswaldito (Don Ojo) ¿Quién si no?
Cuando terminaron:
“¡Queda!”, dijo Nicomedes.
Y así quedó grabado en el disco Cuma¬nana, sello Philips, 1964.
En mi cuaderno para guitarra llamado “Aires Costeños” me he refe¬rido brevemente a éste momento como “un esfuerzo que entraña un carácter de restitución...” porque la impresión que me quedó fue como si al rescatar del olvido esa canción tan antigua, se le hubiera devuelto además su acompañamiento original.
Nicomedes trabajó en su propia línea pero durante un tiempo coincidió con su hermana Victoria. Lo que enton¬ces hicieron es parte de la historia del folklore nacional. En algunos aspectos de su trayectoria hay que mencionarlos juntos; al referirse a lo que ambos produjeron, es imposible mencionar a uno sin referirse a la otra y viceversa.
Desde 1958 Victoria y Nicomedes dieron nueva vida a nuestro folklore negro de la Costa, trabajaron directa¬mente con más de un centenar de personas, entre los que destacaron los miembros de la familia Vásquez. Si los Vásquez significaron aquello que se conserva, en los Santa Cruz lo más sig¬nificativo es lo revitalizador para el hecho artístico, son un aliento podero¬so, dotado de una concepción integral y de un sustento ideológico.
Victoria y Nicomedes trabajaron juntos pocos años, luego Victoria se dedicaría más de lleno a la actividad teatral, en tanto Nicomedes derivaría hacia la investigación.
Aquí es apropiado mencionar que los integrantes de los grupos for¬mados por Victoria y Nicomedes, al dispersarse dieron origen a nuevos grupos artísticos. En un principio si-guieron haciendo lo que habían apren¬dido. Pero si bien como integrantes de un cuerpo de música y baile poseían un afiatamiento a toda prueba, otros as¬pectos como la concepción, dirección e ideología les eran ajenos por completo.
Ulteriormente estos grupos de un digamos “nuevo arte negro” presiona¬dos por la demanda de un mercado exigente –toda una maquinaria de con¬sumo, espectáculos, peñas– empezaron a hacer sus propias creaciones apartán¬dose cada vez más de la línea de trabajo de los Santa Cruz. Estos grupos han cargado por completo el énfasis en lo comercial del espectáculo hasta llegar a las artificiosas presentaciones que hoy podemos ver en cualquier peña. Tal resultado difiere tanto de la propuesta original de los Santa Cruz que tenemos que convenir en que el saldo es bastante negativo.
Pero hoy a varias décadas de distancia y significativamente en el homenaje a Nicomedes yo quiero aven¬turar un punto de vista muy personal: Quisiera creer tan solo, que pese a todo, el que los negros del Perú se expresen nuevamente a través de la danza es hoy una realidad, el que una gran mayoría de negros y mestizos de negro tengan otra vez zamacuecas y landós, es una reali¬dad. Y el lado positivo de esta realidad se lo debemos a Victoria y a Nicomedes.
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Octavio Santa Cruz Urquieta.
Diseñador Gráfico.
Profesor de Diseño en la Universidad de Lima, 1992. Profesor de historia de la música y de técnica instrumental de la guitarra, en la Escuela Nacional de Folklore.


"Mi tío Nicomedes" se publicó en la revista cultural Filarmonía en mayo de 1992. Concebido también como un programa radial de 2 horas de duración para radio Solarmonía dentro de su serie Palco Real, fue leído por el autor del texto, intercalando temas musicales del conjunto Cumanana; se irradió en junio de 1992 en conmemoración al nacimiento de Nicomedes Santa Cruz y se repuso en febrero de 2002 al cumplirse 10 años de su fallecimiento.

nicomedes el poeta II


Nicomedes, el poeta I I ( Homenaje a Nicomedes Santa Cruz, )
En "VOCES- Revista cultural de Lima " .Lima, febrero- marzo de 2002.
En http://es.geocities.com/nicomedessantacruz


Conversando con Nicomedes

En la conmemoración por el décimo aniversario de Nicomedes realizada en el Congreso de la República el 08 de febrero, presenté una exposición titulada Nicomedes el poeta, tema en el que destaqué las marcas de intertextualidad en la poética de Nicomedes. Continuo aquí.

Contrastando con la décima popular de entorno rural que aprendió de Porfirio Vásquez, ya desde sus más tempranas composiciones Nicomedes evidenciaba una preferencia por las imágenes y figuras de lenguaje.
Ya no una décima, el poema ¡ Ay mama ! se inicia con una cita que a primera vista parece una referencia testimonial desde que en efecto esta obra data de unos meses en que estuvo fuera del país,

/...Estoy perdido en Brasil
entre cimbreantes palmeras... /

esta primera impresión se aclara inmediatamente en los versos siguientes en cuanto reconocemos el contenido metafórico en la alusión a las palmeras

/... Palmeras de talle largo,
palmas mulatas... /

Es un poema breve, de lúdicos acentos y ritmos internos . Recuerdo ahora que justamente a su regreso de Brasil tuvimos una larga conversación, por lo cual pienso que este poema es mas bien críptico.

Y al igual que con el uso de las figuras retóricas, en la poesía de Nicomedes, muchas veces encontramos su toque de humor.
En la tradición de los decimistas y poetas populares de nuestra costa peruana es frecuente la risa franca y espontánea. La poesía humorística se da con naturalidad en la fiesta campesina y es en el seno de la celebración, que la alegría pueblerina, debidamente regada por bebidas espirituosas, se expresa con toda libertad.
Si bien en nuestra Costa Norte y Sur el humor llega a ser característico, ello va condicionado al resultado efectista, la broma precisa, tan cara a la improvisación.

Al respecto, un día en que conversábamos acerca del humor y sus variantes, me recitó una décima muy ligera, y recalcó que estaba orientada a lograr la sonrisa mas no a arrancar carcajadas. Y entonces de pronto su voz cambió : "... el verso chistoso es risa segura, pero fácil y efímera. Y si es décima 'lisa' más aún. Pero después uno se queda en eso nomás. No busques nunca el aplauso fácil..."

De esos días, en medio de las risas espontáneas en el programa radial de Augusto Ferrando datan versos que dicen de los temas cotidianos, como estos :

/... la casa es un gallinero
y mi mujer ni se inquieta
por hablarme de Ferrando
y su bendita dupleta ... / ,

o estos otros

/...Los lunes va al femenino,
va sola, vermouth y noche...
... como pregunte insistente
si la obra le gustó
mientras recuerda ' qué vio'
¡ cómo me duele la frente!...

Ese toque de humor, oportuno, pero fino, es también la marca de Nicomedes.
Algunos de estos versos tan festejados en su momento, aún perduran, confundidos con versos anónimos, y se repiten como si fueran de la tradición popular.

Guitarra llama a cajón
cajón a la voz primera
escuchen con atención
aquí está la marinera

Otros han sido incorporados como parte de composiciones de terceros , así en el LP Gente Morena de los años 50 escuchamos a Nicomedes recitando

Aparte del festejo ( y )
la marinera
tenemos resbalosa
para quien quiera
vamos señora Rosa,
la resbalosa

estos versos los encontramos tiempo después como letra de una marinera.

Y también hay décimas que han sido musicalizadas, como :

Soy un negro sabrosón
del cielo favorecido
tengo dulce el corazón
porque criollo he nacido...

que ahora se escuchan en ritmo de vals bajo el título de Soy un cholo sabrosón

Así, hoy a dos décadas de su partida del Perú aún resuenan los ecos de sus versos.
En el contexto encontramos que nuestros actuales decimistas, que no son muchos - hagamos esta salvedad en su descargo - y refiriéndonos tan solo a la cantidad de su producción, son en su mayoría creadores ocasionales, por lo mismo y salvo muy honrosas excepciones, son pocos quienes se manejan con holgura más allá de los problemas de rima y métrica. Por esto no es de extrañar que los entendidos en crítica literaria consideren a los decimistas y por ende a la décima según los clásicos parámetros de "arte menor" en relación a otros géneros que son "arte mayor".

En el caso de Juan Urcariegui nos encontramos ante un poeta popular que ha mantenido cierta periodicidad en su producción. Contemporáneo de Nicomedes - compañeros de afanes juveniles - fue además su compadre espiritual y como él aprendió con Porfirio. De esas épocas quedan aún algunos recuerdos, como esa décima que dice :

... Al golpe de tu serrucho
cobra vida la madera ...

En una reciente entrevista a don Juan tuvimos ocasión de recitarla íntegramente y lo hicimos a dos razones, o sea ambos , verso a verso. En esta décima, lo personal lo constituye la planta, cuyo último verso muy pocos conocemos; lo recuerdo yo porque conocí desde niño la versión original y don Juan que obviamente " la sabe" porque fue para él que la escribió su compadre Nico.
Resulta anecdótico cómo el conocimiento de ésta clave nos permitiera ahora hacer un deslinde :
Y es que hoy que existe una amplia bibliografía con artículos y comentarios, que hay tesis doctorales, mientras investigadores de todas partes del mundo estudian la obra de Nicomedes, aquí en el Perú no faltó quien pretenda enlodar su buen nombre para hacerse un prestigio.
Ya me he referido a estos hechos durante la reciente conferencia en el Congreso y allí fue que don Juan mientras escuchaba que yo recitaba

Eres de carpintería
Lo mismo que San José
Dios te ayude en la vejez
Juan Urcariegui García.

reconociendo estos versos que le dedicó su compadre, desde su butaca alzo su puño con el pulgar en alto, asintiendo, en un gesto de grandeza que aquí agradezco.

Porque aunque parezca algo desmesurado, la aclaración es necesaria desde que ha aparecido publicado un libro que pretendiendo ser una historia del canto de la décima peruana a través de los siglos, en lo tocante a Nicomedes lo que hace es publicar sus décimas, agregándole maliciosamente la firma de otro decimista.
Por considerar que tal acción del presidente de la Agrupación de Decimistas del Perú tiene intención infamante y atenta contra principios de Etica y Moral, es que en enero de 2000 renuncié a ser directivo e integrante de dicha institución.
Y lo menos que puedo decir es que si alguien intenta hacer Historia haría bien en estar premunido de instrumentos metodológicos para el análisis formal y estilístico, si quiere hacer un trabajo serio.

Lic. Octavio Santa Cruz Urquieta *

* Nota:
"Conversando con Nicomedes" continúa y complementa la disertación "Nicomedes el poeta" que fuera presentada el viernes 8 de febrero de 2002 en el Hemiciclo Raúl Porras Barrenechea dentro del homenaje que el Congreso de la República dedicó a Nicomedes Santa Cruz.


"Conversando con Nicomedes" ha sido publicado en las páginas 14, 15, 16 y 17 de "VOCES- Revista cultural de Lima " .Lima, febrero- marzo de 2002.
Agradezco a la dirección de la revista por permitirme presentar mi lectura de la poesía de Nicomedes, apoyada en la memoria y el testimonio, perspectiva dentro de la que no he podido evitar mencionar la inexplicable y en todo caso no-explicada actitud de quien no dijo a Nicomedes -en vida- lo que ahora veladamente difunde; acto por el que - justo es decirlo- más de un decimista peruano siente "vergüenza ajena" .